Sería más correcto llamarlas bayas rosadas porque son el fruto de un pequeño árbol siempre verde (Schinius molle) originario de Perú, Chile y Bolivia. Tienen un sabor ligeramente especiado con notas afrutadas y florales y un final ligeramente especiado con notas resinosas. Por su delicadeza se presta muy bien tanto para usar en la cocina como para decorar cócteles.